HABLA SUAVEMENTE
Habla suavemente, eres mayor que el
que fuiste durante tanto tiempo; eres mayor
que tú mismo (y sigues sin saber aún
qué son la ausencia, la poesía y el oro).
Un agua parda inundó la calle; una tormenta
fugaz sacudió la ciudad lisa y soñolienta. Cada
tormenta es una despedida, cientos de fotógrafos
parecen voltear encima nuestro, con el flash
inmortalizan los segundos de temor y pánico.
Sabes qué es el luto, una desesperanza tan súbita
que ahoga el ritmo del corazón y el futuro.
Lloraste entre extraños, en una tienda moderna
donde no paraba de circular el ágil dinero.
Viste Venecia y Siena, y en las telas, en la calle,
Madonnas tristes y jóvenes que querían ser
chicas normales y bailar en los carnavales.
Viste también pequeñas ciudades que no eran bellas,
viejas personas hartas del sufrimiento y del tiempo.
En iconos medievales brillaban los ojos de santos
morenos, ojos ardientes de animales salvajes.
Cogiste guijarros de la playa, la Galère,
y a veces sentías una gran ternura
(hacia ellos y el pino esbelto, hacia aquellos
que estaban contigo y hacia el mar
que siendo tan fuerte está muy solo),
tan grande como si todos fueran huérfanos
del mismo hogar, separados para siempre
y entregados a los breves instantes de visión
en las frías prisiones de la contemporaneidad.
Habla suavemente: ya no eres joven,
la revelación debe negociar con semanas de ayuno,
tienes que elegir y renunciar, tomarlo con tiempo
y hablar muchas horas con enviados de secos
países y labios agrietados, tienes que esperar,
escribir cartas, leer libros de quinientas páginas.
Habla con más calma. No renuncies a la poesía.
Adam Zagajewski, Deseo
Habla suavemente, eres mayor que el
que fuiste durante tanto tiempo; eres mayor
que tú mismo (y sigues sin saber aún
qué son la ausencia, la poesía y el oro).
Un agua parda inundó la calle; una tormenta
fugaz sacudió la ciudad lisa y soñolienta. Cada
tormenta es una despedida, cientos de fotógrafos
parecen voltear encima nuestro, con el flash
inmortalizan los segundos de temor y pánico.
Sabes qué es el luto, una desesperanza tan súbita
que ahoga el ritmo del corazón y el futuro.
Lloraste entre extraños, en una tienda moderna
donde no paraba de circular el ágil dinero.
Viste Venecia y Siena, y en las telas, en la calle,
Madonnas tristes y jóvenes que querían ser
chicas normales y bailar en los carnavales.
Viste también pequeñas ciudades que no eran bellas,
viejas personas hartas del sufrimiento y del tiempo.
En iconos medievales brillaban los ojos de santos
morenos, ojos ardientes de animales salvajes.
Cogiste guijarros de la playa, la Galère,
y a veces sentías una gran ternura
(hacia ellos y el pino esbelto, hacia aquellos
que estaban contigo y hacia el mar
que siendo tan fuerte está muy solo),
tan grande como si todos fueran huérfanos
del mismo hogar, separados para siempre
y entregados a los breves instantes de visión
en las frías prisiones de la contemporaneidad.
Habla suavemente: ya no eres joven,
la revelación debe negociar con semanas de ayuno,
tienes que elegir y renunciar, tomarlo con tiempo
y hablar muchas horas con enviados de secos
países y labios agrietados, tienes que esperar,
escribir cartas, leer libros de quinientas páginas.
Habla con más calma. No renuncies a la poesía.
Adam Zagajewski, Deseo
Imagen: "Las habladoras" de Camille Claudel
y suena Wim Mertems, "struggle for pleasur", valga como deseo o presagio de estos nuevos días...
http://www.youtube.com/watch?v=r93Oayq09Lk
3 comentarios:
Es muy hermoso...hace tiempo que pienso en este poeta. Tantas ciudades explican siempre una biografía...
un beso
Gracias por el poema.
Feliz año, Viernes. Tendré ocasión de ver esta pieza en directo (no podía dejar perder la oportunidad de ver a Camille en Madrid) así que he improvisado con mi pareja una visita relámpago para verla antes de que sea tarde.
Es también una belleza el poema elegido.
Dolor es esta pieza de lo que se habla y no se sabe. Camille debió sufrir bastante la crítica.
Un brindis por la tolerancia.
Gracias por tu comentario y perdona que haya estado desconectada tanto tiempo.
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