28.3.16

TODAS LAS CASAS SON OJOS

Todas las casas son ojos
que resplandecen y acechan.

Todas las casas son bocas
que escupen, muerden y besan.

Todas las casas son brazos
que se empujan y se estrechan.

De todas las casas salen
soplos de sombra y de selva.

En todas hay un clamor
de sangre insatisfechas.

Y a un grito todas las casas
se asaltan y se despueblan.

Y a un grito, todas se aplacan,
y se fecundan, y se esperan.


Miguel Hernández


Imagen: Edward Hopper
Música: Serrat, La boca

21.3.16

DO DEL POEMA

     ¿A qui diré sinó a tu
l'hora plorada en la solitud invisible,
amor, on creix i calla el desig impossible,
on tot verd és nocturn i tot astre insegur,
on la set de més set fa el desig impossible?

     Tu em crides, vera amor reial!
Puc fugir: tot lligam crema en ta flama encesa;
ah, puc morir: tot fruit m'és dat en ta dolcesa!
Però resto en ta vida i neixo al que més val
des del centre secret de la teva dolcesa.

     Vivent no dels somnis d'abans
et portaré, amor, l'inefable poema,
sinó de la teva hora pura en sa tija extrema,
i del treball humil fet per les meves mans
per imitar la flor -oh inefable poema!


Carles Riba

Imatge: Apol·lo i les muses. Bartholomeus Spanger

13.3.16

SE USA COMO “DOLOR” EN EL DICCIONARIO, PERO SIEMPRE ES ALGO MÁS

Algo se quedó como hoja temblequeándose en la huerta oxigenada del otoño,
me dejó con el nervio maniatado en la cruz del dolor.

Algo de los otros también tembló en mí.
Soy el socio del miedo de todos.
Soy el corazón que encierra con una yugular
                                                                      en colectivo.

Al temblor lo sentí cuando encontré en los vientos
                                                          una burbuja de aire,
cuando se halló en la tierra la cúpula ferruginosa
                                                                      de la vida.

El nacimiento es un temblor de carne.
                                                          Es un miedo de huesos,
así como el de los húmeros peruanos de Vallejo.
Así como el calor de los tuétanos. Así como la altura
                                                                                             y el frío
y el miedo a morir sintiendo el susto de ver
                                                                      al dios compasivo
sin haberle creído ni una sola palabra.


Xavier Oquendo, “Lo que el aire es” (Valparaíso ediciones, 2014)

Imagen: Siberia, Sebastião Salgado

4.3.16

I

La poesía ha muerto, dice. Una pantalla de televisión siempre repite lo que dice. Once segundos, como un endecasílabo, y ya parece una noticia vieja. El viento y sus imágenes son una forma de repetición. La poesía ha muerto, dice.

Cae la lluvia fuera de las estaciones, sin la herida del tiempo, sobre el baúl de la ciudad, sobre los recuerdos y las sábanas del amor desahuciado. La poesía ha muerto, es una noticia. Puede verse el cadáver mientras la gente huye de sí misma, mira hacia otro lado, evita contestar y un ciclo color aguardiente pudre la pantalla. Queda al fondo una mujer a la que se le doblan las rodillas. La poesía ha muerto, dice.

Estuve muchas veces en la taberna donde servía café para las mañanas de invierno y alcohol para las noches sin salida. Estuve con ella, me manché con el delantal sucio de la misericordia. Ahora sufro su muerte, callo y me siento más solo. Y pesa el reloj, y son frías las paredes de la casa.


Luis García Montero, “Balada en la muerte de la poesía” (Ed. Visor, 2016)

Imagen: Picasso