4.3.16

I

La poesía ha muerto, dice. Una pantalla de televisión siempre repite lo que dice. Once segundos, como un endecasílabo, y ya parece una noticia vieja. El viento y sus imágenes son una forma de repetición. La poesía ha muerto, dice.

Cae la lluvia fuera de las estaciones, sin la herida del tiempo, sobre el baúl de la ciudad, sobre los recuerdos y las sábanas del amor desahuciado. La poesía ha muerto, es una noticia. Puede verse el cadáver mientras la gente huye de sí misma, mira hacia otro lado, evita contestar y un ciclo color aguardiente pudre la pantalla. Queda al fondo una mujer a la que se le doblan las rodillas. La poesía ha muerto, dice.

Estuve muchas veces en la taberna donde servía café para las mañanas de invierno y alcohol para las noches sin salida. Estuve con ella, me manché con el delantal sucio de la misericordia. Ahora sufro su muerte, callo y me siento más solo. Y pesa el reloj, y son frías las paredes de la casa.


Luis García Montero, “Balada en la muerte de la poesía” (Ed. Visor, 2016)

Imagen: Picasso

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