28.3.10

encuentro feliz


ESPIRALES

Y a pesar de mi sangre
estoy aquí.
Ada Salas


Si sobre las palabras
el viento
como un rugoso tránsito de sueños
ha dejado tu sombra
y en silencio la arena
ha callado mis ojos
ahora,

esta ciudad esquiva
necesita preguntas

y dedos que resbalen por los timbres.




José Ángel García Caballero, Llaves olvidadas (Ed. Renacimiento, 2010)


Imagen: Sevilla, 27 de marzo de 2010, desde la calle Betis,

música a cargo de Wim Mertens, Close cover:


21.3.10


ELEGÍA Y RECUERDO DE LA CANCIÓN FRANCESA



C' est une chanson

qui nous ressemble.

Kosma y Prévert: Les feuilles mortes


Os acordáis: Europa estaba en ruinas.

Todo un mundo de imágenes me queda de aquel tiempo

descoloridas, hiriéndome los ojos

con los escombros de los bombardeos.

En España la gente se apretaba en los cines

y no existía la calefacción.


Era la paz -después de tanta sangre--

que llegaba harapienta, como la conocimos

durante cinco años.

Y todo un continente empobrecido,

carcomido de historia y de mercado negro,

de repente nos fue más familiar.


¡Estampas de la Europa de post-guerra

que parecen mojadas en lluvia silenciosa,

ciudades grises adonde llega un tren

sucio de refugiados: cuántas cosas

de nuestra historia próxima trajisteis, despertando

la esperanza en España, y el temor!


Hasta el aire de entonces parecía

que estuviera suspenso, como si preguntara,

y en las viejas tabernas de barrio

los vencidos hablaban en voz baja...

Nosotros, los más jóvenes, como siempre esperábamos

algo definitivo y general.


Y fue en aquel momento, justamente

en aquellos momentos de miedo y esperanzas

-tan irreales, ay- que apareciste,

oh rosa de lo sórdido, manchada

creación de los hombres, arisca, vil y bella

canción francesa de mi juventud!


Eras lo no esperado que se impone

a la imaginación, porque es así la vida,

tú que cantabas la heroicidad canalla,

el estallido de las rebeldías

igual que llamaradas, y el miedo a dormir solo,

la intensidad que aflige al corazón.


Cuánto enseguida te quisimos todos!

En tu mundo de noches, con el chico y la chica

entrelazados, de pie en un quicio oscuro,

en la sordina de tus melodías,

un eco de nosotros resonaba exaltándonos

con la nostalgia de la rebelión.


Y todavía, en la alta noche, solo,

con el vaso en la mano, cuando pienso en mi vida,

otra vez más sans faire du bruit tus músicas

suenan en la memoria, como una despedida:

parece que fue ayer y algo ha cambiado.

Hoy no esperamos la revolución.


Desvencijada Europa de post-guerra

con la luna asomando tras las ventanas rotas,

Europa anterior al milagro alemán,

imagen de mi vida, melancólica!

Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos,

aunque a veces nos guste una canción.



Jaime Gil de Biedma


Imagen: Boulevard de Monmartre, Pissarro

suena La Boheme, de Aznavour:

14.3.10

dioses griegos


A UN CIPRÉS EN LA ACRÓPOLIS


Verás, ciprés, hermano
de los lirios
me recuerdas a un hombre
que amé y murió
y que era como tú alto y oscuro.
Delgado como música de cuerda
también su alma era ática
ascendía en la noche
por la secreta escala
de sí mismo
buscándose
buscando el alto cielo
como tú.


Blanca Andreu, Los archivos griegos



Imagen de Yannis Tsarouchis:View of Pasalimani, Pireo,

música de Loreena Mackennitt, Penolepe's Song,


7.3.10

Duino


PRIMERA ELEGÍA



¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre las órdenes

angélicas? Y aun si de repente algún ángel

me apretara contra su corazón, me suprimiría

su existencia más fuerte. Pues la belleza no es nada

sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces

de soportar, lo que sólo admiramos porque serenamente

desdeña destrozarnos. Todo ángel es terrible.

Así que me contengo, y me ahogo el clamor de la garganta

tenebrosa. Ay, ¿quién de veras podría ayudarnos? No

los ángeles, no los hombres, y ya saben los astutos

animales que no nos sentimos muy seguros en casa,

dentro del mundo interpretado. Nos queda quizás

algún árbol en la loma, al cual mirar todos los días;

nos queda la calle de ayer y la demorada lealtad

de una costumbre, a la que le gustamos, y permaneció,

y no se fue. Oh, y la noche, y la noche, cuando el viento

lleno de espacio cósmico nos roe la cara:

¿Para quién no permanecería aquélla, la anhelada,

la tierna desengañadora, ahí, dolorosamente próxima

al corazón solitario? ¿Es más suave con los amantes?

Ay, ellos sólo se ocultan uno a otro su suerte.

¿Todavía no lo sabes? Arroja el espacio que abarquen

tus brazos hacia los espacios que respiramos; quizá

los pájaros sientan el aire ensanchado con un vuelo más íntimo.
(…)



Rilke


Imagen: Castillo de Duino, Bahía de Trieste

Música: Tom Waits, "Falling down",