EN LISBOA
Entras al café y te sientas en esa mesa
que aún no está limpia, como si no tuvieses otra
opción. Apartas de ti el cenicero, la taza todavía
tibia, el vaso de orujo bebido hasta la última
gota, y sacudes los cabellos para que se disipen las sombras que allí
estuviesen. Tus ojos quedan fijos al techo
donde quedó una cinta para capturar moscas
de un verano muy antiguo. Manchas de humo, humedad
y yeso a la vista, componen el abstracto cuadro donde
buscas algún sentido para lo que te falta. Tus manos titubean
sobre las piernas, como si no hubieses
decidido qué hacer. Pero, ahora, ¿adónde irías, si volvieses
a salir, cuando la tarde cayó
y ya no se ve quien pasa a través
de los escaparates?
Y si te quedaras, ¿quién podrá llegar,
a esta hora para no dejarte a solas,
en esta mesa donde el camarero
se demora en venir para limpiarla? Sin saber el porqué,
guardé tu imagen y ando con ella en estos versos
que conocen tu nombre sin nunca revelarlo,
como si les hubieses pedido que guardasen el secreto.
Entras al café y te sientas en esa mesa
que aún no está limpia, como si no tuvieses otra
opción. Apartas de ti el cenicero, la taza todavía
tibia, el vaso de orujo bebido hasta la última
gota, y sacudes los cabellos para que se disipen las sombras que allí
estuviesen. Tus ojos quedan fijos al techo
donde quedó una cinta para capturar moscas
de un verano muy antiguo. Manchas de humo, humedad
y yeso a la vista, componen el abstracto cuadro donde
buscas algún sentido para lo que te falta. Tus manos titubean
sobre las piernas, como si no hubieses
decidido qué hacer. Pero, ahora, ¿adónde irías, si volvieses
a salir, cuando la tarde cayó
y ya no se ve quien pasa a través
de los escaparates?
Y si te quedaras, ¿quién podrá llegar,
a esta hora para no dejarte a solas,
en esta mesa donde el camarero
se demora en venir para limpiarla? Sin saber el porqué,
guardé tu imagen y ando con ella en estos versos
que conocen tu nombre sin nunca revelarlo,
como si les hubieses pedido que guardasen el secreto.
Nuno Júdice, A matéria do poema (Trad. Viernes)
Imagem: Parque Eduardo VII, 22-7-08, Lisboa
Ouve-se Mariza:
2 comentarios:
Recuerdos de un amor perdido? La eterna anyoranza...
Me ha gustado :) Hacia tiempo que no escribias... para cuando algo tuyo?
Tiene ese sabor decadentista propio de Lisboa. Casi se podría atribuir a Pereira, sentado a la mesa de su café habitual, esperando para que le tomen nota de una omelette de hierbas y limonada, mientras conversa, a solas, con el recuerdo de su mujer.
Buena elección la de Nuno Júdice. Espero que nos veamos pronto para tomar unas birras y comentar lo que va de vacaciones.
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