Evocan las aguas un canto para helar el vaho y la sombra.
Que tu cabeza lavada alargue hacia aquí la medida y escudriñé los costados del mar
y la perdida lumbre que brilla en la orgullosa humedad muerta.
(En la lejanía del abismo, de pronto la mariposa nocturna se volvió contemplativa, invisible y paciente como la devoción y flexibilidad que se le volaban las patas.)
Uno llega, se oculta por no saber que ha llegado y se encuentra un estruendo:
se diría tu voz,
pero la incidencia de la luz y un olor de vejez
no dejan ver su trance original, que era una sonrisa.
Jaime Saenz
Que tu cabeza lavada alargue hacia aquí la medida y escudriñé los costados del mar
y la perdida lumbre que brilla en la orgullosa humedad muerta.
(En la lejanía del abismo, de pronto la mariposa nocturna se volvió contemplativa, invisible y paciente como la devoción y flexibilidad que se le volaban las patas.)
Uno llega, se oculta por no saber que ha llegado y se encuentra un estruendo:
se diría tu voz,
pero la incidencia de la luz y un olor de vejez
no dejan ver su trance original, que era una sonrisa.
Jaime Saenz
Imagen: Peonías y mariposa, de Hokusai
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