2.7.08

se diría tu voz...


Evocan las aguas un canto para helar el vaho y la sombra.

Que tu cabeza lavada alargue hacia aquí la medida y escudriñé los costados del mar

y la perdida lumbre que brilla en la orgullosa humedad muerta.



(En la lejanía del abismo, de pronto la mariposa nocturna se volvió contemplativa, invisible y paciente como la devoción y flexibilidad que se le volaban las patas.)

Uno llega, se oculta por no saber que ha llegado y se encuentra un estruendo:

se diría tu voz,
pero la incidencia de la luz y un olor de vejez
no dejan ver su trance original, que era una sonrisa.


Jaime Saenz


Imagen: Peonías y mariposa, de Hokusai

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