Entonces,
en los atardeceres de verano,
el viento
traía desde el campo hasta mi calle
un inestable olor a establo
y a hierba susurrante como un río
que entraba con su canto y con su aroma
en las riberas pálidas del sueño.
Ecos remotos,
sones desprendidosde aquel rumor,
hilos de una esperanza
poco a poco deshecha,
se apagan dulcemente en la distancia:
ya ayer va susurrante como un río
llevando lo soñado aguas abajo,
hacia la blanca orilla del olvido.
Ángel González
¿Quién anda ahí,
¿Quién anda ahí,
verso sin terminar entre mis versos,
desatendido sueño,
silencio de las luces y las puertas?
¿Quién anda ahí,
después de haberse ido, persistiendo
con ojos de batalla,
bajo la sombra muerta de las llaves?
¿Quién anda ahí,
viniendo sin venir, deshabitando
el tono de su voz,
la cuenta inacabada de los pasos?
En esos mismos labios que han hecho las maletas,
yo buscaba los héroes del destino.
Vinieron una tarde por llevarte con ellos,
y comprendí que nada se comprende.
Luis García Montero
Imagen: jardines de Viveros, Valencia
(porque esta mañana no se comprendía la presencia de ángel en la avendida antonio machado, en el rostro triste de las palabras de luis... porque los encuentros nunca se comprenden antes de reconocerse, y la multitud debilitaba los puños y los bolígrafos olvidados y las cámaras de fotos... un gesto en la distancia que asiente cercanía y el misterio insondable del entendimiento...)
4 comentarios:
¡Pero que fan eres¡ :-).
Besos a usted.
Los encuentros siempre son un tesoro,aunque se agazapen,como la vasija de la foto,en antinaturales olvidos.El rastro de aromas nos lleva a entender que,todos los envases de presencias(ciudades imprevistas)forman la mágia de reconocernos.
Magníficos poemas.
Me quedo con el de Ángel González por la fuerte evocación, por ser quien era y sigue siendo en sus poemas.
Un gusto descubrir tu espacio.
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