Estaba ante Anubis,
un sencillo comerciante egipcio,
para que me pesase el corazón.
En el otro platillo de la balanza había una pluma.
Si mi corazón pesaba más estaba perdido.
Sólo un corazón sin piedra
puede acceder a lo definitivo.
Con las lágrimas corriendo
por mi cara disuelta vi
cómo se hundía el platillo con la pluma de gallina.
un sencillo comerciante egipcio,
para que me pesase el corazón.
En el otro platillo de la balanza había una pluma.
Si mi corazón pesaba más estaba perdido.
Sólo un corazón sin piedra
puede acceder a lo definitivo.
Con las lágrimas corriendo
por mi cara disuelta vi
cómo se hundía el platillo con la pluma de gallina.
Kjell Espmark
2 comentarios:
Es hermoso...sobre todo que nada pese en el corazón...
un beso
Cuando se cumplen plazos importantes, es inevitable pensar en qué condiciones podría uno aparecer ante un tribunal de ultratumba...¿Qué podría llevar yo?
Quién sabe. Tal vez, muy poco o, seguramente, menos de lo que corresponde a las oportunidades y talentos recibidos o menos de lo que uno honradamente sabe que debió hacer... y que no fue capaz de conseguir.
Quizás el corazón que se pesa en aquella balanza, fue el de una vida más o menos buena y medianamente decente.En fin... nunca se sabrá.
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