10.12.11

Este hogar atestado de libros fácilmente podría quebrarse
ante las voraces mandíbulas, los ojos devastadores
de los monstruos. Una vez que abramos esos libros,
veremos el revés de cuanto hemos amado –
Listos están el instrumento de tortura y las pinzas,
la mordaza por la cual han debido hablar las mejores voces,
incluso la del silencio que sepulta a los hijos no deseados;
mujeres, marginados, testigos – en la arena abandonada del desierto.
Kenneth me dice que está ordenando sus libros
para tener frente a sí a Blake y a Kafka mientras escribe.
Así es. Y todavía hemos de enfrentarnos con Swift
que detesta el cuerpo de la mujer mientras elogia su intelecto,
con el horror de Goehte por las Madres, y Claudel que difama a Gide,
y tantos fantasmas... Manos que se estrechan a través de los siglos,
de artistas muertos al nacer, de sabias mujeres carbonizadas en la hoguera,
siglos de libros no escritos, apiñados detrás de estos estantes,
y aún hemos de sentir la ausencia de
hombres que rehusarían, y mujeres que no podrían
enfrentarse a nuestra vida: este foso sin excavar
que llaman civilización, esta traducción, este semi-mundo.

Adrienne Rich (Trad. Myriam Diaz-Diocaretz)

Imagen: Miles Mathis
Música: Smells like teen spirit, Patti Smith
http://www.youtube.com/watch?v=m2tv1ShcVmQ

1 comentario:

Anónimo dijo...

Emocionantísima entrada, sobre todo el poema escogido, profunda y gratificante lectura. Me alegro de tenerte como referente estético. Gracias por existir y compartir.