PENSAMIENTOS QUE ME ASALTAN EN CALLES TRANSITADAS
Caras.
Miles de millones de caras en la superficie del mundo.
Aparentemente todas diferentes
de aquellas que ha habido y habrá.
Pero la naturaleza – cualquiera la entiende –
quizá cansada del incesante trabajo
repite sus antiguas ideas
y nos pone caras
de segunda mano.
Igual te cruzas con Arquímedes en vaqueros,
Catalina la Grande con ropa de rebajas,
un faraón con gafas y maletín.
La viuda de un zapatero sin zapatos
de una Varsovia aún pequeña,
el maestro de las cuevas de Altamira
con sus nietas camino del ZOO,
un vándalo peludo yendo al museo
a extasiarse un poco.
Caídos de hace doscientos siglos,
de hace cinco siglos
y de hace medio siglo.
Alguien transportado por aquí en una carroza dorada,
otro en un vagón al exterminio,
Moctezuma, Confucio, Nabucodonosor,
sus ayas, sus lavanderas y Semíramis
hablando sólo en inglés.
Miles de millones de caras en la superficie del mundo.
Tu cara, la mía, la de quién –
no lo sabrás nunca.
Quizá la naturaleza tenga que engañar,
y para llegar a tiempo, y para dar abasto
empieza a pescar lo que anda sepultado
en el espejo del olvido.
Caras.
Miles de millones de caras en la superficie del mundo.
Aparentemente todas diferentes
de aquellas que ha habido y habrá.
Pero la naturaleza – cualquiera la entiende –
quizá cansada del incesante trabajo
repite sus antiguas ideas
y nos pone caras
de segunda mano.
Igual te cruzas con Arquímedes en vaqueros,
Catalina la Grande con ropa de rebajas,
un faraón con gafas y maletín.
La viuda de un zapatero sin zapatos
de una Varsovia aún pequeña,
el maestro de las cuevas de Altamira
con sus nietas camino del ZOO,
un vándalo peludo yendo al museo
a extasiarse un poco.
Caídos de hace doscientos siglos,
de hace cinco siglos
y de hace medio siglo.
Alguien transportado por aquí en una carroza dorada,
otro en un vagón al exterminio,
Moctezuma, Confucio, Nabucodonosor,
sus ayas, sus lavanderas y Semíramis
hablando sólo en inglés.
Miles de millones de caras en la superficie del mundo.
Tu cara, la mía, la de quién –
no lo sabrás nunca.
Quizá la naturaleza tenga que engañar,
y para llegar a tiempo, y para dar abasto
empieza a pescar lo que anda sepultado
en el espejo del olvido.
Wislawa Szymborska, Aquí
La imagen es de Warhol y
la música de Mertens: We are the thieves,
4 comentarios:
Muy buen poema. Parece que el miedo a diluirnos entre la multitud, a perder nuestra identidad entre la masa de seres humanos que es nuestra sociedad, nos empuja a imaginar que tras un rostro vulgar, de los muchos que nos cruzamos a diario, en la calle, se encuentra alguien único, original, que pueda hacernos salir de ese mutismo solitario y solipsista en el que a veces nos sumergimos. Es curioso, pero pienso que este tipo de poemas sólo son posibles en las grandes ciudades, donde nadie conoce a nadie.
Un saludo, amigo Viernes.
Há sempre muita gente, muitas caras,e passamos indiferentes uns pelos outros... Mas também quem vê cara não vê corações, como diz o velho ditado.
Um magnífico poema de Wislawa Szymborska.
Um beijo
Vaya ahora publicas poemas de una premio nobel :) Por cierto, este poema es una traduccion que tenias en un libro o tienes alguno en el original polaco?
Sí, Toni, es de su último libro publicado en España en bilingüe, "Aquí" Ed. Bartleby, trad. Abel A. Murcia Soriano y Gerardo Beltrán...
Ya veo que conoces bien la literatura polaca, :)
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