A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y conviertecada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
allí,
en la esquina más negra del desamparo,
donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
los recuerdos me asaltan.
Unos empuñan tu mirada verde,
otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.
Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.
Cierro los ojos para ver
y sientoque me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.
Ángel González
(mientras paseaba esta tarde con mis alumnos por esta calle, camino del teatro, les contaba que hace dos años yo también pasaba por la misma calle con Ángel González, sentí nostalgia...)
http://www.youtube.com/watch?v=gEK_olFj9FM
2 comentarios:
Es cierto, no hay luz sin oscuridad, y viceversa...
gracias por tu huella
un beso
Yo sé, porque lo siento, que cada ciudad, cada calle, guarda sus presencias...
Un beso
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