Acostumbro a recordar lo raro.
Por ejemplo, tus botas y tu cinturón de gran hebilla,
tu ironía y tu nariz.
En noviembre
el viento crudo nos reunirá
en la saludable copa de la oscuridad.
Pisaré los charcos de tu calle.
No me fumaré ni un canuto
pero te llenaré de vaho la cara al decirte “hola”
y luego me iré deprisa, huyendo de todo lo supuesto.
Llevaré falda corta y pendientes largos
en noviembre.
La cosa es que quiero oírte decir de nuevo,
en susurros, si es posible:
“Qué, Miren Agur”.
Y encontrar en ese escalofrío insulso
otra excusa para sentirme una joven mujer encantadora.
Miren Agur Meabe, “El código de la piel”
Por ejemplo, tus botas y tu cinturón de gran hebilla,
tu ironía y tu nariz.
En noviembre
el viento crudo nos reunirá
en la saludable copa de la oscuridad.
Pisaré los charcos de tu calle.
No me fumaré ni un canuto
pero te llenaré de vaho la cara al decirte “hola”
y luego me iré deprisa, huyendo de todo lo supuesto.
Llevaré falda corta y pendientes largos
en noviembre.
La cosa es que quiero oírte decir de nuevo,
en susurros, si es posible:
“Qué, Miren Agur”.
Y encontrar en ese escalofrío insulso
otra excusa para sentirme una joven mujer encantadora.
Miren Agur Meabe, “El código de la piel”
...................................
Imagen: Michael Gnade. "Mujer de espaldas"
1 comentario:
Siento que es un poema doloroso, de deseos hechos niebla...
No conozco a la autora, pero me llama la atención.
Un beso
Publicar un comentario