Con destellos de fiesta de otro siglo
te recibe la casa. Aquella luz
que siempre deseaste,
la luz inesperada del invierno
brillando sobre el mar
o el último reflejo en los cristales
cuando extiende la tarde sus dominios,
también te pertenece. No recuerdas
cómo has llegado aquí, cómo venciste
el miedo y la costumbre,
qué sombra perseguías:
ahora puedes abrir los ventanales,
saber que el tiempo tiene otro sentido
más allá de la prisa y el asfalto,
y a veces se revela
como una llama oculta que incendiara
el silencio de las habitaciones.
Se aleja la ciudad, como una isla.
Ya no importan los nombres:
una antigua presencia te reclama.
Antonio Jiménez Millán
te recibe la casa. Aquella luz
que siempre deseaste,
la luz inesperada del invierno
brillando sobre el mar
o el último reflejo en los cristales
cuando extiende la tarde sus dominios,
también te pertenece. No recuerdas
cómo has llegado aquí, cómo venciste
el miedo y la costumbre,
qué sombra perseguías:
ahora puedes abrir los ventanales,
saber que el tiempo tiene otro sentido
más allá de la prisa y el asfalto,
y a veces se revela
como una llama oculta que incendiara
el silencio de las habitaciones.
Se aleja la ciudad, como una isla.
Ya no importan los nombres:
una antigua presencia te reclama.
Antonio Jiménez Millán
Imagen de David Hockney
y música de Caetano Veloso, Eu sei que vou te amar:
2 comentarios:
Simplemente muy bello.
Gostei da luz inesperada do inverno brilhando sobre o mar...
Um belo poema de Antonio Jiménez Millán.
Um beijo, amigo.
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