LOS EXTRAÑOS
Esa mano que coloqué sobre ti, imagina
que no existiera, donde empezaba, trémula, la declinación
de tu camisa abierta, el ocaso diferido en cada vidrioso
botón ártico, camisa rojo pálido – imagina
que no existiera – estos dedos demorados en la superficie de
algodón, navegando sobre la firme superficie –
imagina que no haya un lugar en el que pueda existir
este ansia de un lugar en el que descansar
para levantar una pequeña civilización –
aquí entre el musgo y los largos pasillos de luz vespertina
entre las exageraciones de ornamentos rojos
dispuestos, en la lenta caricia del día, por el apartamento
de ladrillo,
nada voraz, nada intentando que un plan descubra su lugar,
uno de nosotros contra el árbol, uno como una sombra
sobre el agua, uno implorando, uno tomando medidas,
pensando, repensando,
entre el miércoles y el jueves,
imagina que no existiera, el lugar
en que esta mano se dejo caer por vez primera
sobre tu corazón, entre algodón vaquero y carne,
atrapándolo para siempre, fruto primero, de su rama,
cohibido, un portazo, coches atascados frente al semáforo –
¿es acaso un lugar muscular?
¿es acaso cadencia lo que esta palma pide?
prometida con el instante,
jurando lealtad,
un breve diálogo entre nosotros, como huellas,
¿puede el batir del ala atravesar la envoltura de carne
para alcanzar la mano quieta sobre ti, una insignia, una radiografía,
localizando, asediando, una hipótesis, monosilábica,
sobre el ágil corazón de lata, chismoso – impecable –
para hacer que tú existas –
¿A través de que nombres está hojeando el viento, tratando de vernos?
Y a nuestras espaldas: los tulipanes que surgen de la nada –
la tierra destapándose por miles de orificios. Tan sencillo.
Un dedo gordo tras otro. Manos enteras. Forcejeando hacia arriba.
Son flores porque acaban donde acaban.
Jorie Graham
Esa mano que coloqué sobre ti, imagina
que no existiera, donde empezaba, trémula, la declinación
de tu camisa abierta, el ocaso diferido en cada vidrioso
botón ártico, camisa rojo pálido – imagina
que no existiera – estos dedos demorados en la superficie de
algodón, navegando sobre la firme superficie –
imagina que no haya un lugar en el que pueda existir
este ansia de un lugar en el que descansar
para levantar una pequeña civilización –
aquí entre el musgo y los largos pasillos de luz vespertina
entre las exageraciones de ornamentos rojos
dispuestos, en la lenta caricia del día, por el apartamento
de ladrillo,
nada voraz, nada intentando que un plan descubra su lugar,
uno de nosotros contra el árbol, uno como una sombra
sobre el agua, uno implorando, uno tomando medidas,
pensando, repensando,
entre el miércoles y el jueves,
imagina que no existiera, el lugar
en que esta mano se dejo caer por vez primera
sobre tu corazón, entre algodón vaquero y carne,
atrapándolo para siempre, fruto primero, de su rama,
cohibido, un portazo, coches atascados frente al semáforo –
¿es acaso un lugar muscular?
¿es acaso cadencia lo que esta palma pide?
prometida con el instante,
jurando lealtad,
un breve diálogo entre nosotros, como huellas,
¿puede el batir del ala atravesar la envoltura de carne
para alcanzar la mano quieta sobre ti, una insignia, una radiografía,
localizando, asediando, una hipótesis, monosilábica,
sobre el ágil corazón de lata, chismoso – impecable –
para hacer que tú existas –
¿A través de que nombres está hojeando el viento, tratando de vernos?
Y a nuestras espaldas: los tulipanes que surgen de la nada –
la tierra destapándose por miles de orificios. Tan sencillo.
Un dedo gordo tras otro. Manos enteras. Forcejeando hacia arriba.
Son flores porque acaban donde acaban.
Jorie Graham
Imagen: "Campo de tulipanes", Van Gogh
y una bellísima canción "hoy por hoy" de Javier Krahe:
1 comentario:
Um belo poema!
"imagina que no existiera, el lugar
en que esta mano se dejo caer por vez primera sobre tu corazón".
Só de imaginar nos arrefecem as mãos e os lábios ficam trémulos...
Um beijo, amigo.
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