5.8.09

tardes de verano


POEMA CON LÁMPARA

a mi madre

Una mujer enciende cada noche su lámpara.
La claridad dibuja su rostro
como si fuera algún lejano y desconocido fruto
cuyo aroma brotara del silencio.
Frente a ella mi mano ensaya una cordial desobediencia,
asombro de animal
que pasta en su reino inasible.
La mujer que avanza en el sopor de la luz
es culpable de estos húmedos requiebros,
de estas inconfesadas letanías.
Ignoramos que una sola palabra basta
para configurar el presente,
y que una sílaba nos conduce
al inevitable maleficio del miedo.
Miedo a no tener miedo, que es más astuto,
más refinado y auténtico.
Temo que esa mujer haya envejecido
atravesando los diurnos espejos.
Temo haberla perdido en la encrucijada
de zozobras y traiciones,
en el sórdido reducto que conforman las palabras.
Temo que el viento
haya soplado una vez más
hasta apagar
la ardiente claridad de sus pupilas.


José Pérez Olivares, El rostro y la máscara (La Habana, 2000)


Imagen: Playa de Guanabo, La Habana, julio 2009


y suena Bola de Nieve, Alma mía:


2 comentarios:

maría nefeli dijo...

Acabo de regresar de viaje y me encuentro estas palabras de mi gran amigo Pepe en esta ciudad bellamente imprevista...ha sido un encuentro feliz, también saber que has estado en La Habana...
un beso

Toni dijo...

Genial poema! Me ha encantado! Gracias!