12.4.09

ítacas interiores, diálogo


ADRIANO A ANTINOO



La sombra de tu cuerpo se demora,
eco fragante, centro de este lecho
donde mi amor te abrió la voz y el pecho
buscando el balbuceo de otra aurora.

No te olvidan las sábanas, añora
su lino el rubio juego, tu deshecho
pelo de espigas, el ardido trecho
donde la flor de la delicia mora.

Bajo un silencio de topacio, el río
de nuestra doble fuga arde su espuma
cada vez que mi mano se reposa

en este lecho donde fuiste mío.
Tu queja vuelve sobre tanta pluma
como tu sangre desde tanta rosa.


Julio Cortázar, Salvo el crepúsculo (Ed. Alfaguara)



ADRIANO HABLA AL CUERPO MUERTO DE ANTÍNOO




Ya nada persigo, nada se presenta ante mi puerta.

Ninguna juventud sentí sino la tuya,

ninguna ciudad, ningún otoño desbordó

por mis manos el cabello de la luz,

los misterios del aire.


Duermen contigo aquella sangre derramada

en sueños, la noche sin refugio

con redes de oro, el perfume

cuajado de amapolas en tus labios

mientras yo contemplo la patria destruida de tu cuerpo,

recién abandonado.


Contemplo al dios que me arrojó a la vida

yaciendo en la sombra inmensa

de lo que ya no tendré…


La muerte ha llegado al mundo, mi dios,

y nada ya podrá espantar mi frío.


Marta López Vilar, La palabra esperada (Ed. Hiperión)



Imagen: "Ruinas de Antínoe"

y toca hoy música griega: Arvanitaki-Pontes:


3 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya sonetazo del maestro, clavadito y perfecto como una cremallera que se cierra hasta el último eslabón.

Graça Pires dijo...

Gostei deste diálogo entre dois poemas. Belos os dois.
Da Marta destaco "Ninguna juventud sentí sino la tuya,
ninguna ciudad, ningún otoño desbordó
por mis manos el cabello de la luz,
los misterios del aire."
Belíssimo!
Beijos.

Toni dijo...

Me encanta Arvanitaki!