31.8.07


LA TIMIDEZ



Apenas supe, solo, que existía
y que podría ser, ir continuando,
tuve miedo de aquello, de la vida,
quise que no me vieran,
que no se conociera mi existencia.
Me puse flaco, pálido y ausente,
no quise hablar para que no pudieran
reconocer mi voz, no quise ver
para que no me vieran,
andando, me pegué contra el muro
como una sombra que se resbalara.

Yo me hubiera vestido
de tejas rotas, de humo,
para seguir allí, pero invisible,
estar presente en todo, pero lejos,
guardar mi propia identidad oscura
atada al ritmo de la primavera.

Un rostro de muchacha, el golpe puro
de una risa partiendo en dos el día
como en dos hemisferios de naranja,
y yo cambié de calle,
ansioso de la vida y temeroso,
cerca del agua sin beber el frío,
cerca del fuego sin besar la llama,
y me cubrió una máscara de orgullo,
y fui delgado, hostil como una lanza,
sin que escuchara nadie
- porque yo lo impedía -
mi lamento
encerrado
como la voz de un perro herido
desde el fondo de un pozo.



Pablo Neruda, Memorial de Isla Negra


(vuelve la imagen de la "muchacha en la ventana" de Dalí, como alguna extraña forma de evocar septiembre...)

2 comentarios:

maría nefeli dijo...

Cuántas veces las cosas son así...
un beso

grande dijo...

GRANDE