El otoño es la estación erótica, con sus frutos de agua, las
florestas nacidas de un incendio de senos, los ríos engordados por la lluvia
del deseo. Cuento cada uno de sus días a través de un ábaco de expectativas.
Extiendo los minutos en la tabla de planchar las emociones; y los veo dilatarse
con el calor hasta una eternidad efímera que el alma absorbe, como si ese fuese
su destino.
Aprendo la vida por las hojas caídas de los árboles. Me echo
sobre ellas, hasta sentir la humedad de la tierra; y tu cuerpo se materializa
en un impulso puro de hembra, soltándose de entre las páginas del campo, aún
cerradas, como si el libro de las emociones mantuviese su virginidad en el
ciclo natural del tiempo. Te veo, entonces, a través de la transparencia de las
palabras, sacudiéndote los cabellos de encima de los hombros, con un viento de
vértigo.
Las aves de la noche caen desde tus ojos, con la blanca
humedad de los muros. Te robo de los labios un batir de alas; y su ritmo puntúa
el verso con el que respiras.
Nuno Júdice, El fruto de la gramática (Valparaíso ediciones, 2015). Trad. José Ángel García Caballero.
Imagen: Georges Seurat
Música: Bernardo Sassetti
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