Algunos se complacen en decirme:
estás viejo, te duermes,
de pronto en cualquier parte.
Llevas raras camisas,
cabellos y chaquetas estentóreas.
Pero yo les respondo
como el viejo poeta Anacreonte
lo hubiera hecho hoy:
- Sí, sí, pero mis cientos de viajes por el aire,
mi presencia feliz, tenaz, arrebatada
delante de mi pueblo,
mi voz viva con eco
capaz de alzar el mar a cimas de oleaje,
y las bellas muchachas, y los valientes jóvenes
que me bailan en corro...
Y el siempre sostenido, ciego amor,
más allá de la muerte...
Rafael Alberti. Versos sueltos de cada día (1982)
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