ACTO PRIMERO
Escena IV
ROMEO: Tuve un
sueño anoche...
MERCUTIO: Y yo
otro.
ROMEO: Bien ¿y qué
soñasteis?
MERCUTIO: Que los
soñadores suelen mentir
ROMEO: Dormidos en
su cama, en tanto sueñan cosas verídicas.
MERCUTIO: ¡Oh!
Ya veo, pues, que ha estado con vos la reina Mab. Es la comadrona de las hadas,
y llega, bajo un tamaño no más grueso que el ágata que brilla en el dedo índice
de un regidor, arrastrada por un tronco de atomísticos corceles, a pasearse por
las narices de los hombres mientras están dormidos. Los radios de las ruedas de
su carroza están fabricados de largas patas de araña; la cubierta, de alas de
saltamontes; las riendas, de finísima telaraña; los arneses, de húmedos rayos
de un claro de luna; su látigo, de un hueso de grillo; la tralla, de una hebra
sutil; su cochero, un pequeño mosquito de librea gris, ni la mitad de grande
como el redondo gusanillo que se extrae con la punta de un alfiler del
indolente dedo de una doncella. Su carroza es un cascaroncillo de avellana,
labrado por la carpintera ardilla o el viejo gorgojo, desde antiguos tiempos
artífices de carruajes de hadas. Y en ese tren galopa, noche tras noche, por
los cerebros de los enamorados, que en seguida sueñan con amores; sobre las
rodillas de los cortesanos, que al punto, sueñan con reverencias; sobre los
dedos de los abogados, que al instante sueñan con minutas; sobre los labios de
las damas, que acto seguido sueñan con besos, labios que Mab, enfurecida,
infecta a menudo, atormentándolos con ampollas, por haber viciado sus alientos
con golosinas aromáticas. Algunas veces cabalga sobre la nariz de un palaciego
y entonces sueña que ventea una promoción; y otras, con el rabo de un lechón
del diezmo, cosquillea en la nariz de un párroco mientras está dormido, e
instantáneamente sueña en la prebenda inmediata. También se la ve pasear por el
cuello de un soldado, y al momento sueña con degüellos de enemigos, brechas,
emboscadas, hojas españolas, brindis y tragos de cinco codos. Y entonces suena
de repente el tambor en sus oídos, con lo cual él da un salto y se levanta, y
con semejante susto, reniega una oración o dos y se duerme de nuevo. Esta Mab
es la misma que trenza las crines de los caballos en la noche y conglutina las
greñas de los duendes en sucios y feos nudos, que, una vez desenmarañados,
pronostican grandes desventuras. Esta es la bruja que, cuando las doncellas
duermen de espaldas, las oprime y las enseña a resistir por primera vez,
haciendo de ellas mujeres que sepan portarse. Esta es la...
ROMEO:
¡Silencio! ¡Silencio, Mercutio, silencio! Estás hablando de nada.
MERCUTIO: Es
verdad, hablo de sueños, que son los vástagos de una mente ociosa, engendrados
únicamente por la vana fantasía, tan insustancial como el aire y más mudable
que el viento que ahora acaricia el seno helado del Norte, y después
repentinamente irritado, brama desde allí volviendo la cara al Sur, destilador
de rocío.
Imagen: Magritte, "El hermoso mundo"
Música: Romeo & Juliet
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