10.4.16

AL MENOS

Al menos, aún puedes pararte a contemplar
el mar que se remansa al fondo
entre los blancos arcos de la iglesia,
buscando en vano palabras,
que nunca llegarán a la altura de la música.

Atravesaste todas las puertas del castillo, hasta alcanzar
la soledad de los últimos bastiones,
mientras comenzaban ya a expirar los colores en el horizonte.
Allá, en la inmensidad del silencio, multitud de cigarras te hacían la segunda voz.

Mas la noche ascendía tras de ti al castillo.
Y ahora, volviendo hacia atrás,
corres para alcanzar,
abriendo camino en un combate cuerpo a cuerpo,
yendo en la noche más espesa.

Palabras vanas en un mundo sin música.
Siempre reconoces el señuelo y el juego oculto,
a la hora del placer y de la desesperación,
el frondoso triángulo que conduce a profundidades desconocidas.

¿Hasta dónde puede extenderse esta ignición,
hasta dónde llegará el gran momento?

Al menos, aún puedes quedar en silencio.


Kostas Steryópulos, El sol de medianoche (Trad. Javier Sanz Becerril)

Imagen:«La corriente de Humboldt» (1952-3), Max Ernst

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