28.6.07

finales


No sé si me parezco a la imagen de mí
que traza la memoria, ni si, de alguna forma,
respondo a lo que quise aquellas veces ser,
perplejo, como ahora, ante la lentitud del mediodía.


Viernes


Imagen: "Les vessenots", Van Gogh, 1890

(no hay tristeza en este post, sólo emocionalidad acumulada, muchas despedidas en dos meses... también una sonrisa, en la ternura de un paisaje, en la imagen creada de lo que llega...)

25.6.07

una ciudad necesaria


LO MISMO, PERO A SOLAS




Es extraño, y sin embargo ocurre,
ocurre, de golpe, esta ciudad, la tristeza después de las películas,
que las cosas tienen corazón de niño capaz de aguardar
el tiempo como si la vida nunca concluyera de morir
en un reloj de arena.


Marta López Vilar, De sombras y sombreros olvidados. Ed. Amargord, 2007


(Dice García Montero de este libro, que es complejo ya que las palabras se muestran en todos sus matices, en todos sus contrarios... De esta forma la autora traza puentes entre la realidad interior del personaje lírico y el ámbito exterior que le rodea. A pesar de ser el primer libro de la autora, es un libro que contiene poemas necesarios, algo muy difícil de conseguir)


Imagen "Gran Vía" de Antonio López


13.6.07

una canción recordada


parece oportunismo y tal vez lo sea, pero el día

me ha devuelto una de mis canciones favoritas:


...People talk of situations,

Read books, repeat quotations,

Draw conclusions on the wall.

Some speak of the future,

My love she speaks softly,

She knows there's no success like failure

And that failure's no success at all.

(...)


Bob Dylan


10.6.07


TALENTO DE UNA ESCRITORA

I

Quisiera demorarme en la muerte –del trazo. Quisiera una muerte mirándome que fuera como yo cuando el asombro me asombra. Hace mucho que escribo sobre la muerte de la obra. Hace mucho que no escribo. Filamentos de la consistencia de las amapolas, filamentos suavemente temblorosos, coinciden con mis dedos cada vez que escribo escribo. Alguien se evapora cuando lo negro ocurre: la niña que descansaba a la sombra de un libro que rimaba consigo y con la palabra tiempo. Era otoño. Dos gitanas casi hermosas la invitaron a dar un paseo. Pero no quiso ir, y aún espera que vuelvan como vuelve el viento a la palabra otoño.


Ana Becciu, Por ocuparse de ausencias

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Imagen de Van Gogh "Joven de pie delante de un trigal"

5.6.07


LISBON REVISITED 1926




Nada me ata a nada.

Quiero cincuenta cosas al mismo tiempo.

Con la angustia del ávido de carne anhelo

no sé bien qué:

definidamente lo indefinido...

Duermo inquieto, y vivo el soñar inquieto

del que duerme inquieto, a medias soñando.


Me cerraron todas las puertas abstractas y necesarias.

Corrieron las cortinas ante todas las hipótesis

que habría podido ver en la calle.

En el callejón donde me encuentro no está

el número de puerta que me dieron.

Desperté a la misma vida

que me había adormecido.

Hasta mis ejércitos soñados sufrieron la derrota.

Hasta mis sueños se sintieron falsos al ser soñados.

Hasta la vida sólo deseada me harta -hasta esa vida...

Comprendo a intervalos inconexos,

escribo en los lapsos de cansancio

y es tedio hasta del tedio lo que me arroja a la playa.

No sé qué destino o futuro compete

a mi angustia sin timón;

no sé qué islas del Sur imposible son las que

me aguardan, náufrago,

o qué palmares de literatura me darán un verso

al menos.


No, no sé esto, ni sé otra cosa, ni sé nada

de nada...

Y en el fondo de mi espíritu, donde sueño

lo soñado,

en los campos más remotos del alma,

donde recuerdo sin causa

(y el pasado es una niebla natural de lágrimas falsas),

en los caminos y atajos de las florestas lejanas,

donde supuse mi ser,

huyen desmantelados,

últimos restos de la ilusión final,

mis ejércitos soñados,

derrotados sin haberlo sido,

mis cohortes por existir,

despedazadas en Dios.


Otra vez vuelvo a verte,

ciudad de mi infancia pavorosamente perdida...

Ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí...

¿Yo? Pero, ¿soy yo el mismo que aquí vivió

y aquí volvió,

y aquí volvió a volver y a volver,

y aquí de nuevo ahora ha vuelto a volver?

¿O todos los Yo con los que aquí estuve,

o que estuvieron, somos

una serie de cuentas-entes ensartadas en un hilo-memoria,

una serie de sueños de mí

por alguien que hay fuera de mí?


Otra vez vuelvo a verte,

el corazón más lejano, el alma menos mía.


Otra vez vuelvo a verte -Lisboa y Tajo y todo--,

transeúnte inútil de ti y de mí,

extranjero aquí como en todas partes,

tan casual en la vida como en el alma,

fantasma errante por los salones del recuerdo

envuelto por el ruido de ratas y de maderas que crujen

en el castillo maldito de tener que vivir..


Otra vez vuelvo a verte,

sombra que pasa a través de las sombras

y brilla un instante a una fúnebre luz desconocida

y se adentra en la noche cual estela de barco al perderse

en el agua que dejamos de oír...


Otra vez vuelvo a verte,

pero, ¡ay, a mí no vuelvo a verme!

Se ha roto el espejo mágico en el que volvía a verme idéntico

y en cada fragmento fatídico sólo veo un pedazo de mí

-un pedazo de ti y de mí.




Álvaro de Campos

2.6.07


LIFE VEST UNDER YOUR SEAT





Señores pasajeros buenas tardes
y Nueva York al fondo todavía,
delicadas las torres de Manhattan
con la luz sumergida de una muchacha triste,
buenas tardes señores pasajeros,
mantendremos en vuelo doce mil pies de altura,
altos como su cuerpo en el pasillo
de la Universidad, una pregunta,
podría repetirme el título del libro,
cumpliendo normas internacionales,
las cuatro ventanillas de emergencia,
pero habrá que cenar, tal vez alguna copa,
casi vivir sin vínculo y sin límites,
modos de ver la noche y estar en los cristales
del alba, regresando,
y muchas otras noches regresando
bajo edificios de temblor acuático,
a una velocidad de novecientos
kilómetros, te dije
que nunca resistí las despedidas,
al aeropuerto no,
prefiero tu recuerdo por mi casa,
apoyado en el piano del Bar Andalucía,
bajo el cielo violeta
de los amaneceres en Manhattan,
igual que dos desnudos en penumbra
con Nueva York al fondo, todavía
al aeropuerto no,
rogamos hagan uso
del cinturón, no fumen
hasta que despeguemos,
cuiden que estén derechos los respaldos,
me tienes que llamar, de sus asientos.




Luis García Montero